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La letrilla es una composición poética breve, dividida en estrofas al final de las cuales se repite un mismo pensamiento en uno o más versos denominados estribillos. Se desarrolla a partir del siglo XVI.
Se trata de un poema satírico y burlesco, de tono ligero por lo general; esta es su principal diferencia respecto al villancico, con el que a veces se confunde de forma que a veces aparecen "letrillas" de tema religioso y lírico. Se componía ordinariamente en metro octosílabo, rara vez en el de seis sílabas y sus estribillos eran más cortos que los de los villancicos, a veces incluso una sola palabra. Fue un género muy cultivado entre los ingenios del Siglo de Oro. Basta recordar los ejemplos de “Ándeme yo caliente / y ríase la gente” de Luis de Góngora o “Poderoso caballero / es don Dinero” de Francisco de Quevedo.[1]
Formalmente se le relaciona con el villancico o con el romance. Sus estrofas pueden ser redondillas o quintillas dobles. La rima puede ser consonante o asonante, utilizando el verso de arte menor, octosílabo o hexasílabo.
Góngora escribió algunas letrillas de tipo lírico, basadas en la lírica popular. Sin embargo, lo habitual es que las letrillas se inspirasen en algún refrán y tuviesen carácter burlesco. Las letrillas satíricas más conocidas son las de Quevedo, que rápidamente eran asimiladas por el pueblo gracias a su tono popular: